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La FEMPEX en RETTURN

La Federación de Municipios y Provincias de Extremadura pone en valor tres tradiciones relacionadas con la gastronomía regional y el contrabando en la frontera. Se trata de actividades con un fuerte valor familiar, que fomentan valores relacionados con la comunidad.

Experiencias

Matanza tradicional del cerdo ibérico

Es un rito ancestral muy arraigado en tierras extremeñas, por el que se sacrifica uno o varios ejemplares de estos animales. Raza exquisita, engordada en montanera a base de bellotas procedentes de la dehesa.

Aunque no se conoce con certeza el origen de la matanza, se sabe que desde época romana existen normas documentadas para su elaboración. Una de las explicaciones sobre la forma que la matanza ha tomado procede de la reconquista. La celebración era un gesto que pretendía demostrar no tener nexo de unión alguno con la religión musulmana y así la Inquisición no podría dudar de ellos. Se realizaba de forma pública, para que no hubiera dudas. Un hecho social que se ha ido transformando a lo largo de los años y que es hoy en día un motivo de hermanamiento de familiares y amigos.

Porque la matanza también fortalece los lazos de la comunidad. El trabajo necesario para trocear un animal que podría pesar 150 kg y realizar todos los productos diferentes que salen de un cerdo era enorme. Una sola familia no podía acometer todo ese trabajo en poco tiempo pues de no ser así la carne tal vez podría estropearse. De esa forma los amigos y vecinos de la familia que realizaba la matanza asistían a la misma en calidad de invitados-trabajadores. La familia dueña del guarro debía dar de comer y beber en la medida de sus posibilidades a sus ayudantes, que se afanaban por acabar el trabajo en un par de días. Los utensilios necesarios por lo común podrían prestarse y así el banco de matanza, las artesas, cuchillos, etc. podían ir de casa en casa durante la época de matanzas. Por supuesto, había que organizarse para que las familias allegadas no realizaran la matanza en el mismo día y así poder repartir los esfuerzos de la comunidad en el tiempo.

El pimentón de la Vera 

En pleno corazón de la Sierra de Gredos se encuentra la turística comarca de La Vera, famosa por su belleza de montaña, sus piscinas naturales y una reconocible gastronomía.

La búsqueda de especias durante el Renacimiento y volver a colocar al hombre como centro de todo, definitivamente revolucionó y cambió nuestro mundo. De entre todas las señas de identidad culinarias propias de la cocina extremeña, destaca la producción y distribución del pimentón: El Pimentón de La Vera.

Como sucedió con muchos frutos de nuestra agricultura, el pimiento rojo fue traído de América por Cristóbal Colón. El pimentón de La Vera comienza su andadura en la provincia de Cáceres gracias al Emperador Carlos V. Los monjes del Real Monasterio de Guadalupe fueron los pioneros en usarlo en estas tierras y, poco después, fue introducido en el Monasterio de Yuste, donde los religiosos lo cultivaron y emplearon inicialmente para conservar embutidos y posteriormente como aderezo de guisos. Su fabricación artesanal a partir de la molienda de pimientos rojos de diferentes variedades (Jaranda, Ocales, Jariza, Jeromín y Bola), le han convertido en una especia famosa por su intenso sabor y aroma. Lo que lo hace realmente espacial es el secado. Ese ahumado único a fuego lento que genera una coloración y un sabor final exquisitos.

Dentro de esta variedad encontramos el pimentón dulce, picante y agridulce. El pimentón es, por tanto, un producto cargado de tradiciones que abarcan desde su origen hasta su proceso de secado.

Rutas del contrabando en La Raya 

El café y el tabaco eran los productos con los que más se traficaba en La Raya, la frontera de España y Portugal, durante la postguerra española. Productos escasos, muy apreciados, al igual que otros artículos como los sellos, formaba parte de la lista de productos estancados sobre cuya distribución el Estado tenía el monopolio y era necesaria la autorización gubernamental para comercializarlos.

La difusa frontera entre Extremadura y Portugal permitió que la zona fuese una de las más activas para el transporte ilegal de mercancías gracias a la distribución geográfica que ofrecía facilidades para esta práctica. El contrabando se llevaba a cabo a pie por parte de los llamados “mochileros”, a caballo, o bien escondiendo la mercancía por otros métodos.

Esas rutas se han convertido en un recuerdo lejano, una “tradición” para conocer dónde se escondían los contrabandistas y por dónde hacían las rutas, entre otras cuestiones. Hoy se reviven gracias a la historias que cuentan algunos caminantes que las recorrieron acompañando a sus padres o abuelos. Aquellas tareas eran un medio de vida, una fuente de ingresos en tiempos de extrema necesidad e incluso de hambre. Durante mucho tiempo, además de una actividad ilegal, aquellas historias no se contaban, se ocultaban o se pasaba por encima de ellas. Hoy, quienes aún viven y sus descendientes se sienten orgullosos de aquel legado y aquellas aventuras no siempre felices. Son rutas sencillas y bien señalizadas que dan la oportunidad de caminar por bellos paisajes pasando de un país a otro, hoy sí, sin muros de por medio.

Vídeo de las experiencias

Documentación

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